lunes, 26 de abril de 2010

cuando le conocí llevaba esa camiseta




El pelo le olía distinto, como a besos de verano, besos de haber ido en bicicleta, de ser la pieza clave de alguien, de haber roto un corazón. Caminaron durante meses sus dedos por la palma de mi mano y sintieron morir por el terremoto de mis latidos en las muñecas. Se hizo el amor en la sala. Luego la calma. Le alumbré con mi reloj para verle dormir un poco. Estaba tan guapo y recordé, cuando le conocí llevaba esa camiseta.





Os dejo un regalo que se llama Tulsa y que es genial para dormirse los lunes.

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